¿Es posible cargarse de un plumazo, a la primera, sin compasión alguna, las limitaciones de uno? Ante todo, creo que en cuestiones como ésta no existen respuestas rotundas, tal vez si opiniones absolutas, pero realmente, e intentando ser lo más objetiva posible dentro del subjetivismo del que nadie puede escapar, confío en que no hay noes o sies irrefutables. Son cuestiones que cada cual debe responderse a si mismo, ese el mejor método, por ello apuesto por la introspección, buscar dentro de ti siendo consciente que gran parte de lo que eres proviene de toda la información que has recibido desde el nacimiento, o, incluso desde algún tiempo antes. Eso no implica que de nada sirva buscar “tus” respuestas fuera, porque simplemente serian las de otros. Por esa razón, me baso en lo que han hecho de mi mis circunstancias, es decir, mi propia respuesta. Hay momentos en los que se sabe a modo sencillo que camino tomar, al racismo un No, al maltrato un NO, a los abusos un No, en conclusión, un enorme, potente y concienciado NO a las injusticias. Pero a la pregunta: ¿Cómo llevar a cabo la ruptura con tus propias limitaciones, con aquellas que realmente no estarían si tú no les hubieras permitido habitar allí? Me surge un ¿Acaso es posible hacerlo? Mi respuesta es si, mi justificación, aunque relativa e indeterminante, es la siguiente. Supongo que todos tenemos en mente lo que es un alunizaje, para situarnos; noche cálida o fría, es indiferente, uno o varios hombres en un coche deciden premeditadamente empotrar su automóvil contra un establecimiento, con la intención de realizar lo comúnmente conocido como robatorio. Una vez dicho esto allá voy.
Estoy en mi vehículo acompañada por dos damas; cobardía y valentía son sus nombres. A modo de la típica película norteamericana en la que un angelito diminuto te da buenos consejos, y, en el otro hombro, un demonio hace todo lo contrario, allí están ellas. Una me dice: -- Hazlo, ¿qué puedes perder? Y la otra contesta: -- Sabes que no puedes, ¿Para qué vas a intentarlo si el fracaso es inminente? Reflexiono, miro hacia todos los costados de la calle, no hay nadie, aparentemente. Me invade un profundo temor, típico del momento que antecede a un cambio, y, a su vez, una satisfactoria sensación de poderío. ¡Puedo hacerlo, no temo el fracaso! O, ¿Quizás si? Sigo pensando, pasa el tiempo...
Debo decidir, estoy preparada y lo sé, y ¿por qué no entonces? Un sentimiento de placer un tanto doloroso transita por mi cuerpo y se desliza desde el final de mi espina dorsal hasta mi cabeza, trasladándome a una leve pero extremadamente sensacional impresión de libertad. Soy luchadora, voy a romper con clichés sociales que me aprisionan, que me oprimen, con supuestas no oportunidades para nosotros, con sueños en principio imposibles, con proyectos “inalcanzables”, en definitiva, con limitaciones que no nos corresponden. Es necesario actuar, hacerle frente a caminos establecidos que realmente no queremos tomar, realizar esos sueños, esos proyectos que si son posibles porque estamos capacitados, voy a agarrar las riendas del camino que solo yo debo trazarme y, con ello, voy a acercarme, no, a acercarnos, algunos pasos a eso que llamamos libertad.
Las revoluciones pasan a estar altamente aceleradas, quito con firmeza el freno de mano, mi mirada sigue fija y concentrada en el mismo escaparate, sin titubeos decido acelerar con la mayor velocidad a la que puedo llegar y entonces, rompo con las limitaciones que no me pertenecen. Sin embargo, no ha ocurrido como creía que sucedería, el cristal no ha caído totalmente, no se ha derrumbado, ni siquiera una parte de él. Le he atacado con potente alevosía, es cierto, en cambio, no he acabado con él. Sigue en pie, si, pero ahora es débil, está dañado y mal herido, ya no es más fuerte que yo.
Me paro a pensar unos instantes y llego a una conclusión; vencer el miedo e intentar exterminar mis limitaciones no es cuestión de un momento de irrevocable valentía, va mucho más allá... Simplemente he conseguido el triunfo del primer tramo, atreverse a decidirse y lanzar por la borda la resignación y el temor a las dificultades que acontecen a un sendero por crear, sin más guía que la que me he construido con intensos pilares forjados con mis ideales, mis valores, mis principios. Desde este instante hacia delante, toca ir tirando abajo los miles de cristales que aunque juntos ya no son una unidad infranqueable, son un frágil mosaico, en el que ya no me veo reflejada. Se entreven mis posibilidades aunque soy consciente de que queda un arduo y duro trabajo, de seguridad, convicción, fortaleza, reflexión y ejecución. Poco a poco voy destruyendo cada cristalito, quiero porque puedo y puedo porque quiero, soy YO más que nunca, paso a paso, alunizaje a mis limitaciones.