miércoles, 20 de junio de 2012

Siempre tan solo en tu consciente, Marcos.


Relato escrito por Ana Celdrán  a.k.a Nita


<<Siempre tan solo en tu consciente, Marcos, siempre tan mal acompañado. Siempre de la mano de la pena unificando en un solo concepto vuestras materias como cuando haces el amor>>.

Esto es justo lo que la psicóloga de Marcos pensaba cuando lo veía aparecer por su puerta dispuesto a, una vez más, no colaborar. No obstante, ella era una profesional y, como tal, debía adherirse a su rol más frio y concentrado para poder creerse que de su acción se derivarían resultados…


Reunión con Marcos a 16 de Febrero de 2012


-Buenos días Marcos. Que tal has amanecido hoy?
-Bueno, he amanecido, como cada día.
-Estupendo, me alegro de que cada día estés dispuesto a amanecer.
-Bueno, he dicho que he amanecido, no que esté dispuesto a hacerlo. De hecho, no me hubiera importado seguir durmiendo la eternidad entera; eso me permitiría vivir en el mundo que quiero.
-Cuando duermes vives en el mundo que deseas?
-Cuando duermo vivo. Cuando estoy despierto, solo y simplemente estoy despierto.
-Entonces, crees que es mejor estar dormido?
-No. No creo que sea mejor. Creo que es “mejor” para mí. De que me sirve estar a mi despierto en una vida en la que no vivo? Es una tontería estar dormido pudiendo vivir para alguien el cual vivir la vida le merece sentido.
- Pero… algo habrás estado haciendo todo este tiempo en el que has estado despierto…
- Si claro, he hecho muchas cosas, pero ninguna de ellas me es una razón suficiente que demuestre algún significado. Qué significa haber ido al colegio o a la universidad? Que ahora tengo más información y abstracción que antes que, de hecho, me reafirma la pena. Qué significa trabajar? Que puedo comprarme cosas. Qué significa comprar cosas? Que ahora tengo más cosas que antes…
- Bueno, pues qué razón crees tú que sería suficiente para afirmar que estás viviendo?
- No cree usted que si yo tuviese entre mis manos esa razón habría hecho uso ya para fines propios? O me toma usted por imbécil?
- No, claro que no. Solo te tomo por un tipo que no es capaz de ver más allá de las fronteras que se ha marcado. Y dado que hiciste una mala gestión de tu política de territorio, ahora tienes poco campo de visualización.
- No creo haberme marcado personalmente jamás tales fronteras ni creo estar para nada ciego; yo veo de puta madre a todo el mundo. El hecho es que mis pensamientos caminan por suelo no asfaltado, de manera que mi cuerpo, que va inevitablemente sellado a mi mente, no puede ser visto por los transeúntes que caminan por el asfalto; están en otro nivel. Digamos que nací en tierra de nadie y sin GPS incorporado.
- Sabes de sobras que hoy en día hay millones de caminos que escoger, que los hay de tierra, cemento, agua,… incluso los hay en cientos aunque no seas libre de escogerlos todos. ¿Por qué no te dejas llevar por alguno de los ritmos que se marca la sociedad y a los que seguramente alguna vez te ha invitado?
- Porque peso… Para serle sincero me pesa toneladas algo que ni siquiera sé si tengo. Aunque si tuviese-la, de seguro que la vida no tendría forma de muerte y la muerte no se llamaría “salvación”.
- Entonces, crees tú que tu muerte va a salvarte?
- Oh no. Creo que la muerte fue ayer, es hoy y ahora, y será mañana… creo que la “paz” está en la vida, pero cuando no reúnes las condiciones suficientes para vivir, los mundos se intercambian haciéndote creer mentiras. Siempre he creído que se trata de una prueba de inteligencia y evolución para el ser humano… El problema que plantea esta especulación es que, una vez incorporada en la “realidad” más ordinaria de las personas, resulta que éstas y sus sistemas se transforman en “examinador”… A veces pienso porque los Dioses de la socialización no me convirtieron en mártir de la fe y sí en sujeto de investigaciones…




Todas las conversaciones que Marcos tenía con su psicóloga se desarrollaban así: ella saludaba y él, enseguida, daba muestras de su mal afortunada depresión. Así, sin vacilar un segundo, ella iniciaba su terapia siguiendo el hilo que Marcos le brindaba. De hecho, esa inmediatez en el diálogo era lo que a Marcos le permitía acudir a sus reuniones con la psicóloga. Ella trataba cuestiones que él no podía tratar cotidianamente, pero que, no obstante, resultaban ser su más inmediata cotidianidad.








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