lunes, 3 de octubre de 2011

Te deseo...

Hoy es un gran día para mis defectos, pero sobretodo para la parte más negativa de mi ser. El ¿porqué? tiene respuesta esta vez, sin que sirva como precedente. La razón es que he descubierto la mejor manera de maldecir a alguien. Este asunto traspasa la aparente banalidad en la que parece que se encuentra, y lo hace porque su esencia reside en algo muy profundo, una manera de ver el mundo y, por encima de ello, una forma de intentar comprenderlo un poco más. Supongo que conocerás la historia que guarda el símbolo yin-yan, con su “todo tiene un contrario”. El de la oscuridad y la luz es un famoso ejemplo, demasiado utilizado, y aunque soy consciente de lo fácil que resulta recurrir a él, creo que esta vez está minimamente justificado para entender lo que quiero expresar. Practicamente todos tenemos alguien hacia quien enfocar nuestro odio, y que antes de llegar hasta ese punto habíamos repudiado y finalmente hemos ignorado. Es un simple proceso que comienza por interiorizar el problema, dejar que fluya y, si se lo permites, dejar que se vaya. Bien, pues para esas personas que provocan que nazca ese proceso de odio, hay una maldición perfecta que ahora mismo formularé: “Te maldigo siendo feliz siempre”. Pensarás ¡qué locura! Pero hay una explicación: como todo NO tiene en la cara adversa un SI, si eres feliz siempre, no lo eres nunca. Es decir, si al yin le arrebatas el yan, irremediablemente, se verá ipso facto anulado, de modo que el trasfondo de la esencia de la frase reside en desearle simplemente la nada. Porque es preferible sentir tristeza a no sentir nada, de modo que es algo así como desear un no-equilibrio en el alma del otro.

Así funcionan las cosas al parecer, cada una con su contrario. Por ello, qué mejor manera de maldecir que haciéndolo proyectando sobre el susodicho energía positiva, pero tanta que el ejemplo perfecto para entenderlo (y no tan utilizado) reside en las vagas orientales. En algunos lugares de Oriente cuando un grupo de trabajadores creen que deben manifestar su descontento y, consecuentemente, llevar a cabo una vaga, trabajan más de lo que deberían provocando una producción masiva con el objetivo de colapsar la empresa. Desde esta perspectiva nace el sistema sobre el que se crea una manera más de maldecir. Sea como sea, cuando repudie y odie, maldeciré deseando con todas mis fuerzas que esa persona sea feliz siempre, maldición que desaparecerá en la tercera fase fundamentada en la indiferencia. Por todas esas razones lo que te deseo es que sientas siempre.

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